Crónica periodística recogida en la pasada edición de la Batalla de Flores de Laredo.

 

GRAN BATALLA DE FLORES

    Imposible describir la animación de esta fiesta celebrada ayer en Laredo. Tantos y tan delicados detalles artísticos veíanse por todas partes; tan admirable y brillantísimo y de tal grandiosidad en su conjunto, que, dando al traste con nuestro afán de tomar notas de todo, en cumplimiento de un deber ineludible, hubimos de doblar la hoja y declararnos vencidos y deslumbrados ante el poder mágico, avasallador y dislocante de aquel derroche de alegría y belleza, dado desde tribunas y coches por un ejército de mujeres incomparablemente hermosas que levantaban, á su paso los oles y bravos de entusiasmo entre los jóvenes en activo servicio y entre los de la reserva.

Laredo se complace en reconocer que el éxito colosal de ayer se debe, principalmente, á nuestra numerosa colonia veraniega; a las familias de Liendo, Guriezo, Colindres, Límpias, Ampuero, Cicero, Gama y Santoña, que con tantos sacrificios y solicitud responden a nuestro llamamiento; a la cultísima Castro Urdiales, que nos ha honrado este año con una sobresaliente nota de afecto y fraternidad y á cuantos de otros puntos han acudido á romper una lanza en estas modernas justas y torneos del Arte y Belleza, sino tan gallardos como en tiempos de los señores feudales, más simpáticos al pueblo obrero, porque la fiesta tiene más sabor democrático.

Mucho lamenta el corresponsal que el núcleo más importante de Ampuero se haya retraído este año por mor quizás de una notoria injusticia que con ellos cometimos el año pasado (¡oh, aquella obra japonesa, qué preciosa era!).

Momentos antes de anunciarse el comienzo de la batalla, el ancho y espacioso pasaje Menéndez Pelayo estaba materialmente colmado de animoso público y  las tribunas repletas de distinguidas señoritas. En las extensas avenidas del bulevar de la pista y en gran parte de la alameda, esperaban los coches la hora de entrada. Hecha la señal, comienza el tiroteo, cruzándose miles de serpentinas en el espacio, tejiendo aquí y allá redes que rasgan los caballos, y vuélvanse á formar telas, y más telas multicolores para desaparecer bajo los pies de aquellos. Descargas cerradas de papelitos van de tribunas á coches  y de ellos a ellas, y nubes de densísimas de alegres y bulliciosas notas de variadísimos tonos y luces chocan y estallan en el aire, cubriendo el suelo de grueso tapiz de vivos colores.

Agotadas las provisiones de guerra, después de de hora y media de lucha encarnizada, las mujeres arrancan las flores de sus  prendidos, y con estas y las de los adornos de los coches, aprisionan al ejército enemigo y triunfan en medio del mayor  entusiasmo.

Y, parodiando al Tarugo de el Puñao de rosas, digo yo: ¡Esta, esta es mi fiesta! No sé decirlo mejor ni en menos palabras.

He aquí para terminar la relación de los coches premiados:
    1º   De don Valentín Bustillo: Conchas y Perlas; todo de margaritas y dalias naturales. Admirable obra de arte. Ocupado por las señoras de Bustillo, Setién y Ochoa, señorita de López y niña de Setién.
2º   De don Marcelino Rodríguez, representando El Cuerno de la Abundancia; obra monumental y de gran merito, también de flores naturales.
3º   De don Francisco Rodríguez: Atributos de los exploradores de España; de dalias admirablemente combinadas, irreprochablemente  dibujado y de gran actualidad. Ocupábanle las señoritas Rosita Bárcena, Lola Ceballos y Juana Arguiñarena.
4º   De don Venancio Cacho: Cesta de flores naturales, muy artística. Iban en él las señoritas Elisa Casuso, María Pagoaga, María Corral y Pilar Carrera.
5º   De don Félix Torres: Trono real, con las niñas de Torres y González.
6º   De don Antonio Acebal: Enredadera de campanillas, entre las cuales vimos a las archipreciosas señoritas de Echevarría y Acebal.
7º   De la viuda de Fernández Cañedo: Cesto de amapolas, con un grupo de gentiles segadoras vestidas con gran propiedad, asunto tratado con mucho acierto y rico en detalles, y en el que iban las señoritas Rita y Orosia, E. de Cañedo y Anita y Orosia Pérez Machado.
8º   De don Miguel Ontañón: Macizo de Jazmines, entre los cuales lucían su delicada belleza las señoritas María y Pancha Ontañón y Carmen y María Trabado, acompañadas de las señoras de Ontañón y y Sánchez Real.
La Mayoría del público por entender que este coche era un alarde de gusto, arte y delicadeza, no sancionó con su aplauso el fallo del Jurado, formado por los alcaldes de Santoña, Liendo, Colindres y Limpias, y pa mi que el público tenía razón; pero, ¿a quién no se le va el compás alguna vez?.
9º   De la señorita María Gándara: Cesta de compra, tan bien delineada y construida que estaba diciendo ella (la cesta): ¡Eh! ¡A la plaza! Dentro iban Marieta Gándara, Pilar y María Carreras y Ángeles Ontañón.

Consistían los regalos en magnífico objetos de arte de los señores siguientes: Eguilior, Aznar, Pico, Zorrilla, Alvear, Ibáñez, Rivas, Gutiérrez,  Díaz Martínez, distribuyéndose entre los agraciados a su elección.

Entre los coches restantes, cuyo número pasaba de 40, recordamos varios muy artísticos: el de don Santiago Pérez, de Guriezo; el de don Juan Bringas, con su señora e hija; Un Nido, de Chelito Paisán, con los niños de Avendaño y Paisán; el de don Juan Manuel Avendaño, con las señoritas de Avendaño; el de don Gregorio Otañes, con las señoritas de Santa Marina y Salemero y Otañes; el de don Patricio Ruiz; el de don Bernardino Bárcena, en el que iban las saladísimas Cristina de Basterra y Florita Busto; el de don Joaquín Gallo; el de Manolo Basoa; el de don Julián Barquín; el de Los Italianos, con Susín Linaje y Chita Martínez; el de don Cayetano San Miguel; el de don Melitón Castillo;Una parra, de don José Martínez, con Pilar Paisán, Teresa Martínez, Inés Cantolla y Amelia Pajares; el de don Avelino Zorrilla; el de don Pedro Toca; el de la Sociedad El Choclo, de Castro; el de Jerónimo de Arribas; el de Rogelia Lastra, con esta señorita, sus hermanas Patrocinio y Cocha y Trini Cavada, y el Azul y Blanco de las actrices del teatro infantil, con Merceditas Basterra, Soledad Dehesa, Pilar Humada, Natividad Labadie, Juanita Ajo y una indígena de las de la mía.

De las tribuna se adjudicó el primer premio á la de don José Ramón Sierra don Sandalio López, de Liendo, digna de figurar, por su mérito inmenso, en los festivales más de Levante o Niza. Paréceme un crimen no describir detalladamente esta soberbia manifestación de arte, en cuyo elogio todo cuanto se creyera hiperbólico sería poco para reflejar la admiración que produjo. Esta dificultad y la mucha y la mucha extensión de ésta, impídenme hacer justicia á sus inteligentes autores. Básteles saber que Laredo jamás olvidará este esfuerzo hecho en su honor.

El segundo se dio á la de los señores Gereda, Terreros y Alba, siguiéndolas en mérito la de don Saturnino Montes, la de Pelayo y demás compañeros de la sociedad la alegría, la de don Gregorio Bringas, don Francisco Paisán, don Andrés Bárcena, doña Elvira Zarauz y otras muchas.

Lucían en ellas su buen humor y hermosura las señoras y señoritas de Eguilior, Villota, Marsella, Salvarrey, López, Bravo, Montes, Gallo, Humada, Olea, Pérez del Molino, Paisán, Gereda, Pereda, Alba, de los Terreros, Martínez, y otras que nos han sido imposible retener.

El automóvil de don José M. de Basterra, en el que iban este señor, su bella y distinguida señora y la nieta de don José Estrañi, pretendió al comenzar la batalla, ganar el andén para situarse cerca de la última tribuna á fin de tomar parte en la fiesta como otra tribuna más; pero fue alejado por algún señor de la Comisión de Festejos, a quien, sin duda, molesta el olor a gasolina de estos cacharros. Bien que no circularan por la pista, pero prohibirlas hacer de tribunas paréceme un tantico violento y exagerado.

Está hecho y no va más, señores.

EL CORRESPONSAL

Laredo, 25-VIII-1913